miércoles, 18 de agosto de 2010

Boda israelí: alegría, comida y cheque

Además de ser la época del año para ir a la playa, broncearse y renegar por el insoportable calor, el verano es la época dorada de las bodas. Nada más en agosto recibí cuatro invitaciones diferentes, de las cuales únicamente dos eran de un buen par de amigos. La gente se vuelve loca aquí con el tema de las bodas. Invitan a los amigos, conocidos, familiares, amigos de los familiares, vecinos, compañeros de trabajo, viejas amistades, y hasta más. Sacan la casa por la ventana, preparan una gran celebración con bastante tiempo de anticipación y ofrecen un tremendo festín donde las opciones de comida parecen no tener límites.

El modelo promedio de fiesta es más o menos así así: Los invitados va llegando generalmente con una hora de anticipación al lugar de la celebración, que bien puede ser en un gran salón rodeado de jardínes, en medio de un bosque o a la orilla del mar. A la entrada se recibe una tarjetita con el número de la mesa y justo al lado de la recepción hay una caja fuerte para depositar el cheque que cada uno trae como presente, tal como dicta la tradición. Nada de lista de novias, o llegar con una gran caja de regalo. Aquí se regala plata, una cantidad que se calcula según el afecto. Sí, es frívolo, es muy frívolo para mi gusto, pero esa es la costumbre.

Desde que uno llega se empieza a comer, hay puestecitos de atractivas entradas y aperitivos por todo el lugar, pequeñas delicias para picar mientras comienza la ceremonia. Ya con esto uno se podría llenar, pero hay que dejar lugar para el plato principal que en poco viene. Los novios por su parte se pasean entre la gente saludando a los invitados, mientras el fotógrafo los sigue con su lente por donde vayan.

Pasado cierto tiempo anuncian la ceremonia. Los novios desfilan juntos hasta la jupá, una especia de carpa de tela sostenida por cuatro varas, la cual simboliza la casa, el hogar de la nueva pareja. La novia lleva un velo sobre su rostro y la familia de ambos espera debajo de la jupá junto con el rabino. Allí se lee el contrato matrimonial, se intercambian los anillos y se dicen las siete bendiciones. Al final, el novio, de un zapatazo, rompe una copa para rememorar, aún en los momentos de felicidad, la destrucción del templo de Jerusalén, descubre el velo de la novia y sellan su unión con un romántico beso. Y apenas los novios han terminado de besarse, ya todos se dirigen a la jupá para felicitarlos, ambos reciben abrazos por doquier y un mar de gente inunda aquel pequeño espacio

He observado que en realidad la gente no presta mucha atención a la ceremonia, están distraídos, o hablando entre sí, seguramente esperando impacientes la hora de que por fin llegue la comida. Tal vez he percibido esta actitud en varios casos sólo por casualidad, pero tiendo a pensar que la gente sigue llevando las tradiciones así con el tiempo le importen menos.

Y bien, finalizado el rito oficial, ahora sí! a comer! Otra vez a comer! Sólo es dar media vuelta y ya está el banquete listo, humeante, con todas las opciones posibles reunidas en el mismo lugar. Toda variedad de carnes, pollo, pescado, arroces, papas, antipasto, vegetales, ensaladas, y demás. Un desborde de comida que parece no acabar.

Después, la música, el baile, la bebida. Los israelíes son muy alegres, y se la gozan toda. La gente se mueve al son que le toquen, y viejos y jóvenes lo hacen por igual. Luego, no es de extrañar que en medio del baile se repartan chocolates, helados y dulces, sin interrumpir el baile la gente no para de comer y beber.

Aunque no va con mi estilo personal, cuando se trata de la boda de un verdadero amigo o una persona a la que se tiene un sincero afecto, la siempre magnífica fiesta es sin duda un momento de alegría compartida y una noche para disfrutar sin parar. Pero de lo contrario,en este país la invitación a un matrimonio se convierte en un gasto más al mes. La gente sólo piensa en el cheque que ahora tiene que desenbolsar y lamenta no poder zafarse del compromiso. Llega el verano y llegan las bodas. Lástima que el concepto de un matrimonio íntimo, modesto y sin cheque de por medio no esté muy extendido en esta tierra prometida.

2 comentarios:

  1. Maru estaba leyendo tu articulo, muy interesante!
    lo que me hace pensar es, aunque yo tampoco estoy en Colombia, que lamentablemente en nuestro pais las bodas se han tornado en algo muy similar a lo que cuentas, un gasto mas, un compromiso social, algo del orden mas de la apariencia que del compartir con los seres queridos!
    lo digo por lo que me cuentan y por lo que veo en facebook!
    yo tambien prefiero algo discreto e intimo...
    tu que piensas?

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  2. DE ACUERDO TOTALMENTE CON TU OPINION.

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